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El Señor establecerá tu trono en Sion para que gobiernes, desde allí sobre tus enemigos. Cuando vayas a la guerra, tu pueblo te apoyará gustoso; tu traje de guerra será un traje de gala, y tu fuerza se renovará día tras día como el rocío de la mañana.

El Señor ha jurado, y no cambiará su voto: Tú eres sacerdote eternamente como Melquisedec.

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